"Los costos se están trepando por las nubes, porque no sólo tuvimos que aplicar más productos para controlar picudos y orugas, sino porque tenemos que gastar más en mano de obra y en aplicaciones con avión, porque 'no tenemos piso' para entrar en los campos", reseñó Pablo Ayala, productor sojero que administra y explota campos en un total de 1.500 hectáreas, en zonas de Burruyacu, Garmendia y el oeste santiagueño.

La aparición de nuevas especies -en este caso se trata de una oruga "rayada"; la habitual es una oruga "verde"- lo obligó, por ejemplo esta semana, a realizar cuatro aplicaciones con los productos habituales, y no logró los resultados esperados. Una solución: invertir en más químicos.

"Sufrimos un ataque espantoso de orugas y picudos. Nos hizo bastante daños; por eso cambiamos de estrategia, compramos nuevos productos y decidimos aplicar con aviones. Logramos bajar un 50% la población de las plagas, pero debemos esperar porque estos químicos tienen 15 días de poder residual", señaló. "Estamos gastando mucho dinero", reconoció.

El producto que Ayala está aplicando ahora cuesta U$S 40/kg, y aplica unos 200 gr/ha. O sea que con 1 kg cubre 5 hectáreas.

Monitoreos

¿Las dificultades para eliminar esas orugas nuevas no será porque las especies desarrollaron tolerancia a los químicos habituales?, consultó LA GACETA Rural.

"No creo", opinó. "Son especies nuevas que aparecieron con mucha fuerza y no tenemos con qué darle", señaló.

"Nuestros técnicos monitorean permanentemente los campos, para observar la evolución de las plagas y decidir las medidas técnicas que resulten más adecuadas y oportunas", concluyó, sin dejar de reconocer el aporte invalorable que significa el apoyo de los investigadores y técnicos de la Eeaoc (Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres), en la caracterización de las especies presentes y la forma de defender los campos de sus ataques.